lunes, 8 de septiembre de 2014

HUASOLOGIA

Durante las Fiestas Patrias se elogia al huaso. En el resto del año "huaso" es expresión despectiva. Se emplea para tipificar al individuo encogido y tímido o a quien es grosero e ignorante. Resulta curioso que se repudie así al paradigma del Chile rural. Un esfuerzo por rehabilitarlo son las obras ya clásicas de Tomás Lago y de René León Echaíz y hoy el ensayo de Alberto Cardemil. Son esfuerzos que apuntan a quebrar el doble standard.

Si el roto es el paradigma urbano el huaso lo es del ámbito campero. Le ocurre lo mismo que aquel. Se le juzga gallardo y dadivoso. Sin embargo, durante los otros once meses es sinónimo de grosero y tosco. Se escucha eso de “huaso bien plantao”. Sin embargo, es más frecuente, en lo cotidiano, escuchar aquello de “huasteco”, “huasamaco” y el  desprecio que encubre aquello de “es muy huasito” para aludir cierta timidez torpe.

La cuna del huaso es el Valle Central y, de modo particular, Colchagua. No obstante se extiende hasta los confines de la IV Región y alcanza a la VI. Los otros son huasos de exportación por ejemplo en Magallanes o en Arica. Duchos en los skechs dieciocheros y en concursos de cueca son manifestaciones de la política de “chilenización” de los extremos del territorio de la república.

El origen de la palabra –escrita en el XIX con “g“ y con “h” en el XX- denuncia nuestro origen mestizo. Podría derivar del quechua y su significado: jinete. También podría derivar del andalucismo “guasa” que significa “gracioso”. Otra hipótesis no desdeñable lo derivan de “guacho” vocablo aborigen que designa al párvulo con padre ausente. Estaría emparentado con “gaucho” que abarca Argentina, Uruguay y Brasil.

El huaso es mestizoide. No obstante, hay huasos de chamanto, espuelas de plata y latifundio tipo “Quincheros”. Son miembros de la clase dominante y, por ende, en ellos predomina lo español y la piel es menos olivácea que los huasos del  faldeo y de la base. Estos últimos en vez de sombrero de fieltro, botas corraleras y botín de tacón son morochos, de pata rajá y chupalla.

Aquella doble visión que afecta al huaso también daña la imagen del roto. Es glorificado el 20 de enero -aniversario de la batalla de Yungay- y se le desprecia los otros 364 días como ordinario y picante. El mismo fenómeno es observable respecto al indio. Reverenciado en las páginas de "La Araucana" y en el nombre de un club de fútbol y, sin embargo, en la vida cotidiana es sinónimo de vandalaje, pereza y fealdad.

La crisis de identidad se expresa en el doble standard. Ignoramos lo que somos. Aun más, no queremos ser lo que somos. Peor: negamos las raíces. De allí esa frase "la raza es la mala”. Imaginamos "la copia feliz del Edén" como una ínsula europea. Existen aun quienes creen que "somos los ingleses de América del Sur" y añaden "Chile está rodeado de enemigos”.  El sistema escolar, por su eurocentrismo, no revierte, sino ahonda la incoherencia reseñada


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