miércoles, 14 de abril de 2010

¡VIVA LA REVOLUCION MEXICANA! (*)


Hace 11 años estuve en la alucinante y trágica tierra mexicana. En la patria de la Revolución de 1910 que se conmemora hoy 20 de noviembre.

Porque hace 44 años todo México monta a caballo y sale a los caminos con el fusil. La ola es rapidísima. De hierro y de sangre. La bandera justificaba así sus colores. El campo pone el verde. Los viejos volcanes repletos de mitos, la nieve fulgurante. La primera bala, el rojo.

Esto venía de siglos. Aquel suelo es bautizado con un baño de sangre que, convertida en ola, sube a las estrellas. Las viejas tribus gustan de los sacrificios humanos. El paisaje se viste de relámpagos y amapolas. Cuactemoc se inmola sobre una hoguera.

De pronto comienza el huracán imperial de España. Hombres que poseen más espíritu del Greco que cien cuadros del pintor toledano irrumpen con tizonas, arcabuces y crucifijos.

El águila y la serpiente se encuentran ya en el viejo nopal.

Avanza España. Esa de siempre, maravillosa y heroica, la misma de la Guerra Civil que tiñe de escarlata el Ebro y el Tajo.

Nacen rápidamente ciudades: Guadalajara, Veracruz y tantas otras. Los nombres indígenas se mezclan con las viejas resonancias de hierro y cuero de España. Surgen catedrales finas como harina junto a los antiguos templos mayas.

Nunca olvido cuando recorro el Camino de los Muertos, cerca de Ciudad de México. Trepo no menos de cien metros de los templos del Sol y de la Luna donde se efectúan los sacrificios humanos. Allí entiendo "La serpiente emplumada" de Lawrence, "Los de abajo" de Azuela, los murales de Diego Rivera, de Siqueiros y Orozco.

Comprendí los frescos del Palacio de Gobierno ubicados en el Zócalo, en la mansión de Cortés en Cuernavaca, en el Ministerio de Educación, en el Municipio de Guadalajara y e tantas otras partes.

Me traje los zapatos con polvo de Manzanillo, San Pedro de Tiaquepaque donde se filmara "Allá en el Rancho Grande"; de Puebla, Uraupan, Paracutí y varias otras ciudades y volcanes.

Escucho en las noches subir las lanzas de cristal de los mariachis que aprenden canciones chilenas en cinco minutos y se pasean por la calle con sus guitarras. Entré a conocer el sillón de Cortés. Vi el lugar exacto donde es asesinado Zapata, el caudillo campesino que se insurrecciona con rifles tomados al enemigo y las cananas repletas de balas.

Conozco los 30x30, los sombreros inmensos del Sur y los más pequeños del Norte. Empuño la pistola de Pancho Villa y se cruzan tras la fina lluvia las sombras de Juárez, Madero, Carranza, Villa, Obregón, Calles, Cárdenas y tantos más.

Contemplo con mis ojos la tierra dividida por el pueblo y recorro las mansiones calcinadas de los fundos en los días de guerra que van del 10 al 28.

Entendí a los "cristeros" cerrados como mulas, pero corajudos como tigres. Los mismos que asaltan los trenes revolucionarios. Supe de las "cantineras" que arrojan al enemigo tarros de conserva repletos de dinamita. Me informo de los jinetes villistas que lacean las piezas de artillería del adversario. Entendí al Porfirio Díaz de los años mozos que derrota a las tropas de Napoleón III.

Brota la figura del zapoteca Juárez que se siente hermano de Lincoln y que hace arrodillarse a una princesa europea pidiendo perdón para Maximiliano de Austria. Se lo niega de modo rotundo.

Cuando el príncipe invasor delgado como caña y que tenía barbas de metal cae fusilado entre sus generales Miramón y Mejía se acerca Juárez al ataúd iluminado por los cirios y lo queda mirando largamente en un diálogo mudo que recuerda a Esquilo.

Si, me enamoré de la patria de Ruíz Cortinez y de soldados, de campesinos y de escritores, de los obreros desarrapados, pero con pistolas en los dientes y en los ojos.

Cuando regreso de aquel país maravilloso sentí que nunca lo olvidaría y así como grito ¡Viva Chile! ahora grito ¡Viva México! y me dan ganas de cantar

"Si Adelita se fuera con otro,
la seguiría por tierra y por mar.
Si por mar en buque de guerra,
si por tierra, en tren militar".

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(*) Artículo de Tito Mundt -Premio Nacional de Periodismo- publicado en diario "La Nación" 2O.11.1954. Publica diversas obras y estuvo adscrito a la causa nacional y popular. Muy admirador del peronismo y devoto del general Ibáñez. Fallece a los 55 años. Este texto se republica como primera fase de homenajes conmemorativos de CEDECH al Centenario de la Revolución Mexicana y un modo de enaltecer al egregio periodista.

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